Las plagas, enfermedades y fisiopatías de la alcachofa, componen uno de los factores que inciden directamente en la rentabilidad del cultivo. Estas se dan durante cualquier fase de su cultivo, si bien, las hay que solo afectan durante una de ellas.
A ellas hay que añadir los daños ocasionados por las bacterias y virus. De igual forma, debemos tener presente que un cultivo de la alcachofa, bien fertilizado, evitará un gran número de enfermedades.
Es importante mantener el cultivo en buenas condiciones desde el momento de la siembra, sabiendo que también se dan plagas y enfermedades durante su etapa de postcosecha, pero esto lo trataremos en un siguiente artículo.
Por otra parte, el trabajo que se está realizando por parte de los genetistas en conseguir nuevas variedades de alcachofa, está entre sus objetivos, conseguir plantas más resistentes tanto a enfermedades como virosis.
Las plagas de la alcachofa.
Las principales plagas que se pueden presentar durante el cultivo de la alcachofa se encuentran las orugas. Estas suponen un grupo de lepidópteros como son el barrenador de la alcachofa Gortyna xanthenes o Hydroecia xanthenes y la Ostrinia nubilalis, también llamada barrenador del maíz. Ambas son de las denominadas barrenadoras.
Entre las plagas defoliadoras se encuentran la Spodoptera littoralis o rosquilla negra, y la Spodoptera exigua o rosquilla verde.
Por otra parte, están las polillas, cuya principal especie es la Depressaria erinacella. Y los pulgones con las especies Brachycaudus cardui, Aphis fabae y Capitophorus corni.
No olvidemos a los caracoles y babosas, así como la Forficula auricularia, popularmente llamadas tijeretas.
En cuanto a los insectos de suelo, hay dos especies de interés: Agriotes sp. llamada barreneta y la Agrotis segetis o gusano gris.
También ataca a la alcachofa, la Lyriomyza trifolii y la Lyriomyza huidobrensis, conocidas popularmente como el minador o submarino de la alcachofa.
Por último, podemos destacar la Frankliniella occidentalis o trips, y la posibilidad de encontrar nematodos, especialmente cuando se repiten cultivos sobre el mismo terreno.
Las enfermedades de la alcachofa.
Respecto a las enfermedades que atacan a la alcachofa, hay que destacar la Leveillula taurica u oidiopsis, Ramularia cynarae, Ascochyta hortorum, Alternaria y Bremia lactucae.
Una fase delicada durante el cultivo de la alcachofa es la de su plantación de estacas, sobre los meses de agosto y septiembre. Los ataques de enfermedades de cuello y raíz, como la Rhizoctonia solani y Verticillium dahliae, pueden producir fallos en arraigue. Ente ellas, la Rhizoctonia solani es la que se suele presentar con más frecuencia.
Por último, merece la pena tener presente la posible aparición de la enfermedad llamada roya de cabeza, que ocasiona un necrosamiento en la zona apical de las brácteas en los capítulos. Por cierto, este necrosamiento puede ser debido a otras causas, como por ejemplo una mala traslocación del calcio vía floemática, cuando se dan condiciones temperaturas extremas, falta de riego o exceso de salinidad en el terreno.
Las virosis que atacan a la alcachofa.
Entre las virosis que se pueden presentar con más frecuencia durante el cultivo de alcachofa son el BBWV (Broad bean wild virus), TRV-A (Virus del rattle del tabaco cepa-alcachofa), TSWV (virus del bronceado del tomate) o TBRV-A (virus de las manchas negras del tomate, cepa alcachofa), por ejemplo.
Algunos de ellos, son transmitidos por plagas como pulgones, la Frankliniella, etc.
Para su control, es imprescindible comenzar su cultivo con estacas, esquejes o semillas que estén infectadas por algunas de estas virosis.
Enfermedades bacterianas de la alcachofa.
En cuanto a las enfermedades bacterianas que pueden aparecer está la producida por Xanthomonas sp. que es llamada coloquialmente como la grasa de la alcachofa. Grasa porque se muestra en forma de manchas aceitosas en las brácteas en los capítulos.
Otra de las bacterias que puede atacar a la alcachofa es la del género Pseudomonas, mostrándose en forma de manchas oscuras en diferentes partes de la planta, como parte superior del tallo, base de las brácteas y nervios foliares.
Fisiopatías de la alcachofa.
Al tratarse de un cultivo al aire libre, con abundante masa foliar y cuyo producto comercial son sus capítulos (inflorescencias inmaduras), las posibles fisiopatías que se pueden presentar en la alcachofa son numerosas.
Una de estas fisiopatías son las heladas. Estas, con temperaturas muy cercanas a 0 °C ya provocan daños en los capítulos, provocando un desprendimiento de la epidermis en las brácteas y con su consiguiente aspecto de manchado.
Temperaturas ligeramente inferiores a 0 °C, pueden necrosarse los capítulos más jóvenes y a -4 °C se puede llegar a helar la parte subterránea.
Otra fisiopatía en la alcachofa es la provocada por fuertes vientos y secos. Estos dañan a los capítulos más jóvenes, mostrando síntomas parecidos a las bajas temperaturas.
Periodos de altas temperaturas anormales para la época, provocan en los capítulos la presencia de brácteas abiertas. Y al contrario, con temperaturas bajas, la presencia de espinas en el extremo de las brácteas.
Asociado a las fisiopatías de la alcachofa, está la pérdida anormal de marras tras la plantación, siendo este problema uno de los más graves en su cultivo, especialmente aquel que se realiza mediante multiplicación vegetativa.
Aunque puede ser debido a diferentes causas, una de ellas es una deficiente presencia de raíces durante el período de brotación de las primeras hojas, que agotan las reservas de las estacas por su elevada tasa de transpiración.
Esto se puede resolver enraizándolas en viveros y trasplantándolas con un cepellón bien desarrollado, aunque esto eleve los costes de plantación y hace que no sea una práctica aún establecida de forma genera.
En ocasiones, aparece la llamada necrosis apical en el extremo de las brácteas. Esta puede ser debida, tanto a períodos de altas temperaturas, como una consecuencia derivada de una mala traslocación de calcio en la planta. Este problema se ve potenciado cuando el terreno es muy salino y es sometido a un estrés hídrico.
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