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La nutrición vegetal se encarga de proporcionar a los cultivos los nutrientes esenciales que necesitan para crecer y desarrollarse adecuadamente, siendo cruciales para diversos procesos fisiológicos, desde la fotosíntesis hasta la formación de estructuras vegetales.
Las plantas bien nutridas producen más frutos y biomasa, lo que se traduce en mayores cosechas. Sus frutos mejoran sus valores organolépticos, presentando mejor sabor, color, textura y valor nutricional.
También, al cultivar plantas más vigorosas son menos susceptibles al ataque de plagas y enfermedades.
En el marco de la nutrición vegetal, también se incluye a los bioestimulantes agrícolas.
Estos son sustancias o microorganismos que, aplicados adecuadamente a las plantas, pueden mejorar la absorción y asimilación de nutrientes, su tolerancia al estrés biótico o abiótico, mejorar alguna de sus características agronómicas, incluso mostrar una mayor resistencia a determinadas enfermedades.
La sanidad vegetal, por otro lado, se centra en la protección de los cultivos contra plagas, enfermedades y malas hierbas. Agentes nocivos que causan daños considerables, desde la reducción del rendimiento y la calidad de los productos hasta la pérdida total de la cosecha.
Implementando medidas de sanidad vegetal se consigue la minimización de las pérdidas e incluso cultivos más sanos porque están libres de contaminantes y patógenos que podrían afectar la salud humana.
Es importante destacar que la nutrición y la sanidad vegetal no funcionan de forma aislada. Ambas disciplinas se complementan y potencian mutuamente para lograr una producción agrícola rentable.
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