Uno de los problemas que se presenta en los cultivos es la invasión de las malas hierbas. Las mantas antihierba biodegradables en agricultura aportan una solución.
Hasta hace poco tiempo, uno de los productos utilizados para el control de malas hierbas en zonas de cultivo era, y sigue siendo, las mallas antihierba. Un geotextil tejido a base de fibras sintéticas de origen plástico.
Su función es importante y básicamente, salvo el que no es biodegradable ni compostable, se sigue utilizando con éxito en cultivos tanto bajo invernadero como al exterior.
Actualmente, las mantas antihierba biodegradables vienen a aportar un paso más en esta técnica de control antihierba, como es que parte de materias primas orgánicas y en un plazo razonable de tiempo, termina pasando a formar parte del suelo sin ser un residuo.
Sectores que utilizan las mantas antihierba biodegradables.
Desde un punto de vista de las posibles aplicaciones de las mantas antihierba biodegradables en diferentes sectores, parte de que pueden emplearse en todos aquellos en lo que ya se viene utilizando las mallas antihierba.
Uno de ellos es la aplicación de mantas antihierba biodegradables en la restauración del paisaje. Su uso en él aporta muchas ventajas y que además afectan al impacto medioambiental.
Cuando se utiliza sobre suelos donde se implanta una nueva vegetación, estas zonas se suelen quedar libres de la actuación humana para que, en el transcurso del tiempo, la naturaleza siga su curso e integre la nueva vegetación en el paisaje.
Su cualidad de biodegradable, le otorga el beneficio de que una vez cumplida su misión, en relativamente poco tiempo, esta manta desaparezca y quede incorporada como parte del suelo. Esto lo hace junto con los restos de hojas caídas y la vegetación de las plantas anuales o bianuales, que en cada ciclo, entran a formar parte de la vida del suelo.
Otro es el uso de mantas antihierba biodegradables en jardinería y paisajismo. Si bien las zonas donde son utilizadas, pueden gozar de más actividad humana para su mantenimiento, aportan las mismas ventajas que cuando se utilizan en la restauración paisajística.
Y en cuanto al uso de las mantas antihierba biodegradables en huertos, viveros y cultivos en general, ampliaremos en detalle más adelante. Por cierto, No debemos confundir las mantas antihierba con las mantas térmicas para cultivo, que cumplen otra función y están fabricadas con materiales distintos.
Usos de las mantas antihierba biodegradables.
Respecto a los posibles usos de las mantas antihierba biodegradables, al margen de los sectores en los que se pueden utilizar, son muchos y variados. A continuación, exponemos algunos de ellos.
Quizás, el más inmediato es su función de evitar el desarrollo de malas hierbas. La ausencia de estas, evita a las plantas en cultivo la competencia por nutrientes y agua.
Aunque evita la nacencia de malas hierbas, sí permite una cierta transpiración del suelo, lo que permite una pequeña pero necesaria evaporación del agua del suelo. Esto permite que la planta disponga de más humedad en el ambiente y evite o disminuya el estrés hídrico ambiental.
Cuando es utilizada para cubrir suelos con pendiente, o sobre zonas de desnivel entre campos, las mantas antihierba biodegradables contribuyen a proteger el suelo de la erosión por escorrentía y fuertes vientos. Estas, bien fijadas al terreno, evitan que se creen cárcavas o desplazamientos indeseados de suelo.
En cultivos de largo plazo, como por ejemplo frutales, vid, plantas tropicales, etc. Al descomponerse con los años, estas mantas aportan material orgánico al suelo, enriqueciéndolo y mejorando su estructura.
En el caso de cultivos hortícolas de ciclo corto, como ocurre en casi todas ellas (tomates, pimientos, berenjena, etc.), es interesante utilizarlas entre líneas, solapándolas en la línea de plantación. Así, una vez finalizado el cultivo, se pueden plegar hacia los lados, arrancar la planta y volver a reutilizar.
Y aunque no toda la sociedad se encuentra de igual forma implicada, con su uso se ayuda a contribuir hacia la sostenibilidad. Al ser biodegradables, reducen el impacto ambiental en comparación con las mallas antihierba de plástico convencionales, que pueden persistir durante mucho tiempo en el suelo y causar contaminación.
Las mantas antihierba biodegradables en huertos, viveros y cultivos hortofrutícolas.
En el caso de la utilización de mantas antihierba biodegradables en huertos, viveros y cultivos en general, habría que analizar varios aspectos y factores para decidir si es conveniente usar estas mantas o, por el contrario, optar por las tradicionales mallas antihierba.
Quizás, el primer factor es el ya mencionado: el de optar por una actitud de compromiso para contribuir hacia una sostenibilidad y cuidado del medioambiente.
Bajo esta premisa, estas se pueden utilizar al igual que se vienen utilizando las tradicionales mallas antihierba. En las instalaciones de cultivo, su durabilidad es menor, pero a cambio, al final de su vida útil, pueden tener un tratamiento medioambiental correcto.
En caso de plantaciones de frutales, árboles ornamentales y palmeras, de cultivo de larga duración, permiten cumplir su función antihierba durante los primeros años de cultivo. Finalmente, cuando estos árboles y palmeras, por su tamaño y envergadura, ya ocupan el espacio con autoridad sobre las hierbas, estas mantas terminan incorporándose de forma natural al suelo, no necesitando su retirada ni traslados para sus procesos de reciclaje.
Diferencias entre las mantas y mallas antihierba.
Una de las preguntas que se suelen plantear es cuáles son las diferencias entre las mantas y mallas antihierba. Estas son notables, si bien también hay que decir que, en el argot social, ambas palabras (manta y malla) se utilizan indistintamente para referirse a los dos productos.
Esto sucede en otros muchos ámbitos y actividades empresariales, dándose esta dualidad a la hora de referirse a un determinado producto. Dos ejemplos:
- El ámbito de la construcción y en concreto el caso de las mamparas de oficina. Es habitual referirse a ellas indistintamente como mamparas de vidrio o mamparas de cristal, pero técnicamente el material correcto es el vidrio y no el cristal.
- En el caso de ornamentales a la hora de referirse a las flores. En muchos casos se denominan flores, a las emitidas por plantas que realmente, lo que producen son inflorescencias (flores de margaritas o girasoles), que realmente son agrupaciones de flores.
En este caso, hay que referirse a este material como manta y no malla, como consecuencia directa de su proceso de fabricación.
Las mantas antihierba biodegradables son un geotextil no tejido (GNT) antihierba 100% biodegradable y compostable, elaborado mediante el entretejido de fibras de yute sobre un soporte sintético y biodegradable muy liviano de friselina.
En cambio, las mallas antihierbas tradicionales son un tejido antihierba, normalmente no biodegradable ni compostable, elaborado con fibras de Polipropileno tejido.
En cuanto a la duración y eficacia de las mantas antihierba biodegradables suele estar durante al menos 3 años, degradándose totalmente al final de su vida útil y sirviendo de abono para las plantas. Esta vida útil es menor con respecto a las mallas, pero lo suficientemente larga para cumplir su función y terminando de forma más eficiente, medioambientalmente hablando.
En un contexto agrícola, también hay que destacar que tiene un aspecto natural, por lo que mitiga el impacto visual. Esta manta posee una excelente estabilidad temporal a los rayos UVA, por lo que mantiene sus propiedades funcionales durante toda su vida útil.
Diferencia entre biodegradable y fotobiodegradable.
Al referirnos a las mantas antihierba biodegradables, lo hacemos con este término: biodegradables.
Y hay que dejar claro que no es lo mismo ser biodegradable que fotobiodegradable, si bien, ambos términos implican que un material o producto termina descomponiéndose en un periodo relativamente corto.
La diferencia estriba en que, en el caso de biodegradable, el proceso se realizará mediante la acción de los microorganismos. En cambio, los materiales fotobiodegradables necesitan que la acción de la luz solar incida directamente sobre ellos para que el proceso de degradación se inicie.
Así, una manta biodegradable puede ser cubierta por la propia vegetación o enterrada, y su proceso seguirá su curso. Mientras, una manta fotobiodegradable, al necesitar la incidencia de la luz solar directa sobre ella, si no inciden los rayos directamente, su degradación queda pausada, permaneciendo el material durante muchos años más.