La Judía, una planta ideal para huertos urbanos
La Judía (Phaseolus vulgaris) es una popular legumbre que pertenece a la familia Fabaceae. Podemos afirmar que nos encontramos ante una de esas plantas hortícolas ideales tanto para huertos urbanos de campo como de terraza o balcón.
Desde que entró en España proveniente del Centro Mesoamericano y Centro Andino a comienzos del siglo XVI, ha sido notablemente mejorada desde el punto de vista genético, hasta el extremo de que actualmente disponemos tanto de numerosas variedades más o menos modernas… hasta algunas muy arraigadas a su zona de cultivo, creando ‘marcas geográficas’ bien identificadas por el consumidor: Faba asturiana, Judía del Barco de Ávila,…
Está tan arraigada en toda la geografía española que se le conoce con nombres como Alubia, Faba, Xudía, Frijol, fréjol, Habichuela o Monxeta por ejemplo. Al margen de ello y desde un punto de vista profesional, las Comunidades más productivas de España son las de Galicia, Castilla y León y Asturias en la variante de Judía de grano; y Andalucía, Cataluña y La Rioja en la de Judía de verdeo.
En nuestro huerto urbano las podemos cultivar sin problemas si jugamos bien con el momento adecuado del año, en el que las temperaturas sean las más apropiadas.
Cómo son las Judías
La Judía sigue siendo una de las leguminosas con grandes posibilidades para nuestra alimentación. Su doble aprovechamiento (grano y vaina), su importante aporte proteico y la posibilidad de congelado y conserva, son factores que así lo ratifican.
La Judía no contiene grasa, ni sodio y además es baja en calorías. Su consumo en tierno es pobre en proteínas, todo lo contrario que cuando sus semillas son maduras. Son una fuente importante de carotenoides provitamina A, vitamina C, fibra, potasio, folato y ciertos fitoquímicos.
La describiremos como una planta anual de vegetación muy rápida, con un sistema radicular muy ligero y poco profundo, constituido por una raíz principal y gran número de raíces secundarias con elevado grado de ramificación. Por ello, en huertos urbanos de balcón o terraza, utilizaremos contenedores o jardineras de cómo mínimo 35 ó 40 centímetros de diámetro.
Su tallo es herbáceo y aquí habríamos de distinguir dos grandes grupos de plantas: las enanas y las de enrame o trepadoras. Mientras que los tallos de las variedades enanas poseen un porte erguido creando plantas con una altura de entre los 30 y 40 centímetros, las variedades de enrame, sus ramas pueden llegar hasta los 3 metros, permitiendo su enrollado alrededor de un tutor en sentido contrario a las agujas el reloj. Ojo, en este último caso, recordar que las podemos tutorar en barandillas, celosías o simplemente como plantas colgantes en el caso de enfocar un huerto vertical.
Sus hojas son sencillas y lanceoladas de diferentes tamaños según la variedad y de color verde más o menos intenso. En cuanto a sus flores, según la variedad, las podemos encontrar en diversos colores únicos, aunque predominan las de flor blanca. Estas, se presentan en racimos de 4 a 8 unidades y cuyos pedúnculos nacen en las axilas de las hojas o en las terminales de algunos tallos.
Los frutos son la parte comestible de la planta y se trata de una legumbre de color, forma y dimensiones variables según la variedad. En su interior se disponen de 4 a 6 semillas. Estos frutos pueden ser de color verde, amarillo jaspeado de marrón o rojo sobre verde, etc., aunque los más demandados son los verdes y amarillos con forma tanto cilíndrica como acintada. Tras su madurez, las paredes de la vaina o cáscara se refuerzan por tejidos fibrosos e incluso algunas se abren dejando libres sus semillas.