En un anterior artículo titulado las leguminosas hortícolas, comentábamos las generalidades que comparten tres especies hortícolas del grupo de las leguminosas muy cultivadas en un huerto urbano: las habas, las judías y la protagonista de ahora… el guisante.
Es una planta muy fácil de cultivar y muy generosa ya no sólo por su rusticidad sino porque bien cultivada va ofreciéndonos a lo largo de su etapa de producción numerosas vainas con sabrosos y guisantes que nada tienen que ver con los procesados industrialmente (congelados, enlatados, etc.). Precisamente este dulzor es ideal para que los recolecten los más pequeños de la casa y los consuman degustándolos directamente de la planta. Les puede ser una experiencia fantástica.
Aún hay quien conoce a esta hortícola como arveja y chícharo en algunas localidades de España. Su nombre más popular a día de hoy es guisante, su nombre científico Pisum sativum L. y pertenece a la familia Leguminosae. También podemos encontrar otras especies de guisante como el Pisum fulvum o el Pisum arvense, más orientados a su producción como plantas forrajeras.
El guisante es una planta muy antigua desde el punto de vista de su ‘domesticación’ centrado en el Cercano Oriente ya que existe información de ello de hace diez milenios, compartiendo protagonismo junto a trigos, cebadas y lentejas.
Descripción del guisante
Como descripción del guisante estamos ante una planta de porte trepador. Hay que destacar que podemos encontrar en el mercado variedades de guisantes de crecimiento determinado y otras de crecimiento indeterminado. Como sucede con el tomate, las primeras paralizan su crecimiento a cierta longitud de sus tallos, mientras las segundas esa finalización está mucho menos definida. En conjunto, esta característica hace que podamos optar por variedades como en el caso de la judía, de porte enano, de medio enrame y de enrame.
El sistema radicular del guisante no suele ser muy desarrollado en su conjunto, si bien su raíz pivotante es bastante profunda. En cuanto a sus tallos son trepadores y angulosos.
Sus hojas poseen pares de foliolos y terminan en zarcillos capaces de actuar como agarraderos a las estructuras que se encuentran cerca de ellos. Ya sean mallas, cañas, etc. las estructuras elegidas para su tutorado son válidas para esta planta. Incluso las verjas, celosías o barandas de los balcones en el caso de huertos urbanos de ciudad.
Florece de forma racemosa con brácteas foliáceas que se unen mediante un largo pedúnculo en la axila de las hojas. Cada uno de estos racimos está compuesto generalmente por una o dos flores. Estas son bastante ornamentales con morfología típicamente papilionácea y simetría zigomorfa, contando con cinco sépalos. Sus flores fecundadas se transforman en vainas que según la variedad alcanzan longitudes comprendidas entre los 5 a 10 centímetros, conteniendo en su interior de 4 a 10 semillas. Su forma y color también varía como característica de la variedad. Cada semilla puede pesar alrededor de los 0,20 gramos y si los recolectamos en seco para su posterior siembra mantiene su poder germinativo durante unos tres años como máximo.
Por cierto… una curiosidad sobre el guisante: Gregorio Mendel eligió diferentes tipos de guisantes (de semilla lisa y semilla rugosa) para estudiar las leyes de la herencia.