En España, desde mediados de primavera ya se puede comenzar con el cultivo del calabacín en cualquier tipo de huerto urbano. Las buenas temperaturas y la desaparición de riesgo de heladas tardías invitan a ello.
Antes de avanzar en su cultivo, aspecto que desarrollaremos en siguientes posts, conozcamos un poco más esta planta.
El calabacín se encuentra catalogado dentro del grupo de las calabazas. Pertenece a la familia Cucurbitaceae y su nombre científico es Cucurbita pepo, subespecie pepo.
La Cucurbita pepo fue la primera calabaza del género Cucurbita introducida en Europa… las populares calabazas de peregrino o vinateras, pertenecientes a la especie Legenaria sicerarea que ya se cultivaban en el Viejo Mundo. Tras diversos cruces realizados en Europa entre cultivares mexicanos y norteamericanos parece ser que surgieron diferentes tipos que se propagaron tanto por el norte de África como por Oriente Próximo.
En todo este contexto, dentro de la especie Cucurbita pepo se distinguen dos subespecies: la subsp ovifera y la subsp Cucurbita pepo, a la cual nos referimos como calabacín.
Aun debemos hacer una matización más. La especie Cucurbita pepo subsp. Pepo comprende dos variedades botánicas: var. condesa a la cual pertenecen los calabacines y la var. Ovifera a la que pertenecen las calabazas decorativas.
Cómo es el calabacín
Es una planta anual de crecimiento indeterminado y con un porte rastrero en campo. En huertos urbanos de terraza o balcón, deberemos tener presente un cierto espacio para que su tallo principal se desarrolle adecuadamente.
Su sistema radicular está constituido por una raíz principal axonomorfa, también llamada raíz pivotante, de gran desarrollo en relación con sus demás raíces secundarias, las cuales se extienden superficialmente. Destacar que si aporcamos el tallo durante el cultivo pueden aparecer nuevas raíces adventicias en los entrenudos, proporcionando un vigor extra en la planta.
Su tallo principal es grueso con aspecto cilíndrico, de superficie pelosa y áspera al tacto. Posee entrenudos cortos sobre los que nacen sus hojas, flores, frutos y numerosos zarcillos delgados de 10 a 20 centímetros de longitud, sobre todo junto al pedúnculo de cada fruto. De este tallo principal se desarrollan tallos secundarios que pueden atrofiarse si no se realiza una poda para que ramifique a más brazos. Este tallo crece de forma sinuosa y puede alcanzar un metro o más de longitud según la variedad.
Sus hojas son palmeadas con un gran limbo de 5 lóbulos pronunciados de margen dentado. Su color depende en gran medida de la variedad variando entre el verde claro y oscuro, pudiendo presentar en ocasiones pequeñas manchas blanquecinas. Son de haz glabro y envés áspero, recubiertas de fuertes pelos cortos y puntiagudos a lo largo de las nerviaciones. Estas hojas poseen fuertes y alargados pecíolos recubiertos con rígidos pelos.
En una misma planta coexisten flores masculinas y femeninas (flores monoicas). Nacen solitarias, vistosas, grandes y acampanadas. Su cáliz presenta un sólo plano de simetría y consta de cinco sépalos verdes y puntiagudos.
Su corola está constituida por cinco pétalos de color amarillo. Las femeninas (las que darán fruto) están unidas al tallo por un corto y grueso pedúnculo, mientras que las masculinas, de mayor tamaño, posee un pedúnculo de mayor longitud.
Estas flores masculinas pueden consumirse fritas cuando se hallan todavía en capullo.
Una vez fecundadas, su fruto es un pepónide (semejante a la del pepino) carnoso de color variable, liso, estriado, reticulado y ligeramente velloso según la variedad. Los calabacines pueden convertirse en calabazas largas en poco tiempo. Se recomienda recolectar muy joven… a mitad de su desarrollo ya que si madura contendrá numerosas semillas y duras. Existen variedades de forma cilíndrica y aplastada. Los frutos que más abundan son los de color verde, aunque también los hay amarillos o blancos.
Es muy interesante su contenido en minerales y vitaminas, pudiendo llegar a los 400 U.I. de vitamina A y a los 20 mg de vitamina C por cada 100 g de fruto.
Estas semillas son de una longitud de un centímetro y medio aproximadamente, de color blanco-amarillento, ovales, alargadas, puntiagudas, lisas y con un surco longitudinal paralelo al borde exterior. Estas tienen un contenido en aceite del 35%.