En muchas ocasiones, más de las deseadas, nos encontramos con problemas en nuestras plantas cultivadas que o bien no sabemos a qué obedecen o se lo achacamos a determinadas enfermedades cuando en realidad no lo son. Nos referimos a las fisiopatías, muestras que nos ofrecen las plantas ante un determinado estrés, desequilibrio nutricional o una mala práctica de cultivo.
En un huerto urbano se da la circunstancia de que se realizan muchos cultivos de forma simultánea, de forma continuada y en muchas ocasiones sin la adecuada rotación de cultivos. Es más, como no tenemos por qué ser especialistas ni conocedores de todas las especies cultivadas, en conjunto tenemos las condiciones perfectas para cometer errores a lo largo del año sobre los cultivos. Estos errores se manifiestan en la planta con caídas de fruto, crecimiento anómalo, falta de floración o caída de la misma, etc. que son las denominadas fisiopatías.
Estas pueden ser tantas y complejas que en ocasiones es difícil asociar síntoma con causa. Partimos de la base que una fisiopatía es una alteración funcional de una determinada planta que no está causada por un organismo vivo. Y es muy importante determinar la causa para poder aplicar o enmendar la o las condiciones que la generan: un diagnóstico adecuado es el primer paso para dar una solución eficaz. Así, ante cualquier problema, antes de actuar hay que investigar la causa y cuando no se tiene mucha experiencia es complicado.
Un problema puede estar asociado a varias causas. Partimos de la base que un problema como por ejemplo el no cuajado de las flores y por lo tanto no haber cosecha, puede ser debido a un exceso de abonado nitrogenado, falta de insectos polinizadores, temperaturas no apropiadas, falta de polinizadores como por ejemplo en los kiwis, etc. Por lo que debemos analizar la historia de nuestro cultivo en cuestión, descartar aquellos aspectos de posibles causas y que sabemos que son correctos, para centrarnos ante los que tenemos dudas e informarnos al respecto. Y por supuesto aplicar el remedio.
Fisiopatías más frecuentes del huerto urbano.
>> Estrés hídrico. Nos referimos al que se produce en la planta por una mala aplicación del riego. Un problema puede estar ocasionado tanto por falta como por exceso de agua.
- Su falta provoca el marchitamiento de la planta.
- Escasez de humedad en la tierra puede provocar concentración de salinidad si hay en exceso y con ello quemaduras en las hojas de la planta.
- Su exceso una pudrición de las raíces por falta de oxígeno en el suelo. La planta se arrancará fácilmente estirando de ella.
- El exceso también facilita el lavado de nutrientes del sustrato y con ello, si no se reponen, aparecerán carencias por falta de ellos. El lavado del terreno también contribuye a la contaminación de acuíferos en huertos urbanos de campo y jardín.
- Riegos irregulares con exceso de humedad y falta de la misma, puede provocar el agrietamiento de los frutos o el aborto de sus flores.
>> Contaminación en un entorno urbano. En grandes ciudades se produce una concentración de contaminantes en la atmósfera más elevada de la deseable y ella también influye, además de en las personas, en el correcto desarrollo de las plantas. Todos hemos oído hablar de la lluvia ácida (óxidos de azufre y nitrógeno disueltos en el agua de lluvia) que provocan daños en el follaje, así como en la fauna microbiana del sustrato.
>> Las flores no cuajan. La ausencia de frutos cuando hay floración en la planta puede ser derivada de distintas causas.
- Una floración fuera de su época adecuada, como por ejemplo, las flores de las habas no se fecundan con temperaturas altas.
- Escasez de riegos alternados con riegos copiosos, en los que la planta se altera y reacciona ante estímulos de crecimiento y floración de forma desajustada.
- Falta de un polinizador. Esto es muy frecuentes en frutales como cerezos, perales o manzanos donde sus flores se fecundan mejor cuando hay distintas variedades plantadas. O en el caso del kiwi que necesita de plantas macho y hembras.
- Accidentes climatológicos como pueden ser heladas, granizadas o ambiente húmedo que apelmaza el polen y pierde poder de volatilidad.
- Falta de fauna auxiliar como las abejas.
>> Exceso de sombra. La mayoría de frutales, hortícolas y aromáticas son cultivos de exterior, a pleno sol. En estos casos utilizaremos las zonas de balcón y terraza mejor orientadas, así como elegir especies que no necesitan tanta luz en caso de no ser posible. Un exceso de sombra provoca en las plantas:
- Crecimiento ahilado con entrenudos más largos y débiles.
- Hojas más anchas y apetecibles para las plagas y enfermedades.
- Escasez de floración y flores menos llamativas con colores más claros.
>> Exceso de iluminación. Para aquellas que necesitan menos luz como algunas Menthas, fresas, acelgas,… podemos protegerlas con una malla de sombreo o cultivarlas en las zonas de balcones menos soleadas.
>> Exceso de calor. A lo largo del año se pueden dar las llamadas olas de calor. En estos casos vienen acompañadas de una baja humedad relativa en el ambiente y las plantas suelen sufrir en exceso. Las plantas se marchitan por desequilibrio hídrico ya que las raíces no están absorbiendo tanta agua como necesitan para esta transpiración anormal y puntual. Controlaremos tenerlas bien regadas y nunca está de más rociarlas por encima de vez en cuando.
>> Exceso de temperatura en el sustrato. Un aspecto a tener en cuenta es el exceso de temperatura en el sustrato. Muchas de las plantas cultivadas en un huerto urbano se realizan en macetas y jardineras. Cuando el sol incide directamente sobre la superficie del recipiente esta se calienta muchísimo y puede matar las raíces que entran en contacto con ella. Como consecuencia la planta se resiente con un menor desarrollo. La solución es cambiar las plantas de sitio o recubrir las macetas y jardineras con material aislante o que proporciones sombra.
>> Cambios bruscos de temperatura. Sobre todo a comienzos de primavera y finales de otoño, se pueden producir cambios bruscos de temperaturas suficientes para dañar a nuestras plantas. En los casos de cultivos de final de verano debemos contar que ya han llegado a su fin y no dejarnos engañar por el buen tiempo otoñal. En el caso de cultivos de clima cálido, no precipitarnos con una plantación muy temprana… los primeros días cálidos del año no garantizan el riesgo de unas heladas tardías.
Los cultivos de otoño e invierno son incompatibles con los de primavera y verano porque ambos grupos encuentran en estas épocas del año sus condiciones óptimas de desarrollo.
>> Heladas. Coinciden con el invierno y suelen dañar a las plantas si la temperatura baja por debajo de su nivel de resistencia. En caso de producirse, si la planta no ha muerto, conviene esperarse a su brotación para podar sus partes dañadas.
También están las mantas térmicas que protegen y aumentan algún grado de temperatura, los suficientes en algunos casos para evitar daños severos en la planta. También está el entrar las plantas cultivadas en macetas y jardineras dentro de casa durante esos días extremos.
>> Exceso de humedad ambiental. Una humedad por encima del 80% favorece notablemente el desarrollo de enfermedades en las partes aéreas de la planta, a la vez que dificulta la fecundación de las flores por pérdida de volatilidad de su polen. En estos casos es conveniente separar las plantas para que se aireen mejor y si se puede y es factible, repasar las flores con un pincel para ayudar a ‘viajar al polen’ de una flor a otra.
>> Exceso de viento. En balcones y terrazas hay que prestar mucha atención a estas circunstancias ya que pueden caer al exterior de la vivienda y ocasionar graves daños a terceros. Otro tema son la rotura de ramas o caídas de fruto. Un buen tutorado reduce los daños de forma significativa. Tras un periodo de fuertes vientos, hay que repasar las plantas, eliminar las ramas rotas y tutorar adecuadamente.
Por otra parte, hay que prestar especial cuidado cuando se producen fuertes vientos cálidos y secos ya que además de la rotura de plantas y caída de hojas, flores y frutos, están las quemaduras en los bordes de las hojas por deshidratación de las mismas.
>> Granizo y nieve. El primero produce desgarros en ramas, defoliaciones y daños e incluso caídas de fruto. El segundo puede provocar un sobrepeso en las panta partiendo sus ramas. Tras estos acontecimientos debemos sanear la planta eliminando zonas dañadas y aplicar algún tratamiento fungicida para evitar infecciones fúngicas.
Partiendo de la definición que hemos hecho al comienzo de este post: una fisiopatía es una alteración funcional de una determinada planta que no está causada por un organismo vivo, podemos incluir en este apartado las carencias o excesos de elementos nutricionales. Pero este capítulo será tratado en otro post.