La importancia del pH en agricultura debe estar tenida en cuenta en todos los cultivos para su correcto desarrollo, tanto en las soluciones nutritivas de su fertilización, como en el terreno o sustrato sobre el que se encuentra.
El pH es una medida de la acidez o alcalinidad de una solución, representado en una escala que va de 0 a 14. En el contexto de la agronomía y la fitotecnia en particular, el pH es crucial tanto en los sustratos como en las formulaciones de fertilizantes porque afecta directamente la disponibilidad de los nutrientes para las plantas y, por ende, su salud y productividad.
El pH en los sustratos.
Como avanzamos, la importancia del pH en los sustratos o los terrenos de campo debe ser conocida y controlada, si procede, porque afecta a diferentes factores.
Afecta a la disponibilidad de nutrientes porque influye en la solubilidad de ellos, por lo tanto, en su disponibilidad para las plantas. Por ejemplo, en suelos con pH muy bajo (ácidos), nutrientes como el fósforo, calcio, y magnesio pueden quedar menos disponibles, mientras que el hierro, manganeso, zinc, y cobre pueden estar en exceso y ser tóxicos. En suelos con pH alto (alcalinos), el hierro y otros micronutrientes se vuelven menos disponibles.
El pH también afecta la actividad de los microorganismos del suelo, que son vitales para procesos como la descomposición de la materia orgánica y la fijación de nitrógeno. La mayoría de los microorganismos benéficos del suelo prosperan en un pH neutro o ligeramente ácido (pH 6-7).
Indirectamente, un pH equilibrado contribuye a una mejor estructura del suelo, lo que favorece la retención de agua y la aireación, aspectos cruciales para el desarrollo radicular.
El pH en las disoluciones de fertilizantes.
A la hora de abonar, ya se trate de aplicarla sobre el campo, como abonado de fondo o en cobertera, en fertirrigación o vía foliar, el pH en las disoluciones de fertilizantes es muy importante.
Los fertilizantes están formulados considerando la solubilidad de los nutrientes a diferentes niveles de pH. Un fertilizante debe estar diseñado para ser efectivo en el rango de pH en el que el sustrato se encuentra. Si el pH del suelo o sustrato no está dentro del rango óptimo, la eficiencia del fertilizante se reduce porque los nutrientes pueden precipitarse y quedar indisponibles para las plantas.
Al formular fertilizantes o elaborar una solución madre para fertirrigación, es fundamental considerar el pH para evitar reacciones indeseadas entre los diferentes componentes. Por ejemplo, ciertos nutrientes pueden reaccionar y formar compuestos insolubles si el pH no se controla adecuadamente.
El pH también afecta directamente la absorción de nutrientes por las raíces. Cada nutriente tiene un rango de pH óptimo en el que es mejor absorbido. Por ejemplo, el nitrógeno en forma de nitrato se absorbe mejor en suelos ligeramente ácidos a neutros, mientras que el fosfato se absorbe mejor en un pH entre 6 y 7.
Por todo ello, el agricultor debe conocer y actuar en consecuencia sobre este factor determinante, tanto en la gestión de suelos como en la formulación de los fertilizantes aplicados en cultivo.
Su medición se realiza mediante peachímetros o pHmetro, según se defina el instrumento para medir el pH de una solución. Un manejo adecuado del pH permite optimizar la eficiencia de los fertilizantes, asegurar una mejor salud del suelo y garantizar el desarrollo óptimo de las plantas.