Es evidente que el cultivo del almendro conlleva notables diferencias si este se realiza a nivel particular en un huerto urbano o como producción en una explotación agraria profesional. Iniciamos esta información sobre su cultivo por éste último caso, con el objeto de disponerla de forma más detallada.
Cultivo industrial del almendro
Una vez seleccionada la o las variedades de almendro a plantar en función de las características climatológicas de la zona y el mercado al que va destinada la producción, se procede al diseño y el marco de su plantación. La decisión sobre este es importante porque va a ir condicionado notablemente por factores como:
- Las condiciones ecológicas y edafológicas del almendro.
- Vigor de las variedades y patrones elegidos.
- Si contará con riego localizado.
- El tipo de mecanización de cultivo.
- El tipo de recolección si mecanizada o manual.
Una vez tenido en cuenta todos estos factores se decide el marco de plantación y como las variables pueden ser varias, tendremos en cuenta que para variedades poco vigorosas se pueden establecer medidas de entre 6 por 5 metros a 6 por 6. Para variedades más tradicionales estos marcos serán algo más amplios como por ejemplo de 7,5 metros por 6. Recordemos que estas distancias son orientativas.
En cuanto a la preparación del terreno, lo primero como no puede ser de otra manera, es limpiar el campo de restos de posibles plantaciones anteriores así como de restos de arbustos y hierbas que pudiesen haber. Es habitual realizar nuevas plantaciones en espacios que se encontraban dedicados a monte.
Una vez el terreno está limpio se procede a un desfonde profundo que puede llegar si se puede al metro de profundidad. Con ello se pueden romper posibles placas creadas en el tiempo que eviten el buen drenaje del terreno ya que el almendro es muy sensible a la asfixia radicular y ataques de hongos de suelo. Tras este desfonde se recomienda diversos laboreos cruzados con el fin de favorecer la permeabilidad del agua de lluvia y el desarrollo de raíces una vez plantados los almendros. También un nivelado en la medida de lo posible.
Según las características del terreno, se puede aprovechar para aportar una enmienda orgánica, normalmente a base de estiércol bien humificado para mejorar la estructura del suelo. Es sabido que el almendro es capaz de vivir en terrenos pobres, pero esto no quiere decir que en terrenos más fértiles no vegete muchísimo mejor y con ello se obtenga tanto un adelanto de su entrada en producción como de cosechas mayores.
A partir de aquí se procede a su abancalamiento si es preciso de forma que contemple el marco de plantación previsto y que este a su vez tenga presente las posibles curvas de nivel.
Es tradicional que el cultivo del almendro sea de secano si bien este responde muy bien al riego ya que aumenta su producción incluso hasta el doble con facilidad y la regulariza ya que no se somete al árbol al estrés hídrico. Por ello es una tendencia que las nuevas plantaciones se realicen con riego localizado aunque sólo se realicen los llamados ‘riegos de apoyo’ cuando una baja pluviometría lo exige. Se estima que el consumo medio de agua por riego localizado se sitúa en torno a los 3.000 m3/ha para conseguir una buena producción.
Aunque sus necesidades hídricas deben ser tenidas en cuenta a lo largo del año, sus mayores necesidades se centran en el período comprendido entre el inicio del engorde rápido del fruto de almendra y en las que esta alcanza su longitud definitiva. Relacionado con el riego, si se desea favorecer el desprendimiento de la corteza de la almendra, se puede reanudar el volumen de riego normal de 15 a 20 días antes de la recolección.
Respecto al abonado del almendro, en cultivos de secano ha sido siempre mínimo: un aporte en invierno y otro más nitrogenado durante el período vegetativo. Pero esto ha cambiado mucho con la entrada de plantaciones de almendros en regadío, exigiendo un adecuado plan de abonado.
Plan de abonado del almendro
Sobre todo en las plantaciones modernas de regadío se sigue un estudiado plan de abonado para optimizar la producción, así como mantener un estado óptimo sanitario y de vigor.
Se parte de las extracciones aproximadas por tonelada de almendra son de 25 kg de nitrógeno, 40 kg fósforo y 50 kg potasio. Pero para el correcto programa de abonado del almendro se deben realizar tanto análisis de suelo, como análisis foliares para evaluar la evolución de los macro y micronutrientes, todos ellos en menor o mayor medida, implicados en la productividad.
En cultivo del almendro son frecuentes los problemas nutricionales de zinc y boro, tanto por exceso como por defecto. Como base, los abonados que aporten mayor cantidad de nitrógeno se centran en primavera y en otoño para la floración del año siguiente.
La fabricación de fertilizantes de gran calidad, así como si son adecuados para el cultivo ecológico o no, invita a consultarse con los técnicos especialistas para junto con los correspondientes análisis foliares, estado fenológico del árbol, etc. para establecer un programa adecuado de fertilización.
Una vez establecido el cultivo del almendro y en cuanto a su poda, esta es durante los primeros años de ‘formación’ para conseguir su estructura en vaso, aunque también está la posibilidad de hacerla para su cultivo en espaldera. La poda está íntimamente ligada a factores como marco de plantación, mecanización del cultivo, entrada en producción según la variedad elegida, estado de vigor de la planta, etc.
Una vez el almendro es adulto se le irán realizando podas ligeras de mantenimiento. Estas consisten en ir eliminando las ramas muertas, las mal erigidas, los chupones y rebajando los ramos mixtos a ramos de mayo. Cuando son muy adultos se les puede dar una poda de rejuvenecimiento para favorecer la brotación de nuevas ramas estructurales.
Cultivo del almendro en un huerto urbano
El cultivo del almendro en un huerto urbano tiene tres puntos de vista muy distintos en función del tipo de huerto urbano que se trate. Si es de campo a nivel profesional (huertos urbanos periféricos a las ciudades) vale la información antes expuesta. Si es de jardín o en una pequeña parcela de una casa, normalmente se reduce a uno o muy pocos ejemplares por lo tanto al estar en campo, también mucha de la información aportada sigue siendo válida. En cambio, si están en huertos urbanos de terraza o balcón, suele plantarse una sola unidad y su cultivo se realiza en contenedor.
En este caso, la variedad elegida suele estar supeditada al reducido catálogo varietal existente en los centros de jardinería, centros comerciales, etc. También es importante saber que estas variedades suelen ser las más populares y tradicionales.
Su presentación en el punto de venta puede ser a raíz desnuda o en contenedor. En el primer caso están disponibles sólo en invierno durante su reposo vegetativo, siendo este periodo el único en el que se debe plantar en un contenedor. En el segundo estamos ante una planta que deberá, salvo excepciones, trasplantar a un nuevo y mayor contenedor, pudiéndose hacer durante cualquier época del año.
La ubicación del cultivo del almendro en contenedor debe ser a pleno sol y con buena aireación. El tamaño de contenedor debe ser grande, a partir de 40 centímetros de diámetro y una altura similar o mayor. No es recomendable el plantarse en hidrojardineras porque se corre el riesgo de que tenga un exceso de humedad y por lo tanto problemas radiculares.
El sustrato ideal es un sustrato franco, fértil con buena capacidad de drenaje. Se puede recurrir a un sustrato de plantación o sustrato universal prefabricado (comercial) al que se le añadiría tierra de campo arcillosa y algo de grava para mejorar su estructura. Recordemos que ‘es un cultivo de secano’.
Tras su plantación se tratará como otros frutales de hueso y pepita en cuanto a riego, fertilización y cuidados fitosanitarios. Es importante plantar dos almendros de distintas variedades para facilitar la fecundación de sus flores. Así, su floración no solo se quedará en un momento espectacular en cuanto a ornamentación, sino veremos como esta se traduce en frutos que podremos degustar en familia.