Los suelos, como otros muchos factores vinculados con la elaboración de los vinos, influyen de forma particular y supone un valor añadido en su calidad final. Los aromas y sabores de un vino tienen mucho que ver con él.
Así, la variedad, el microclima, las técnicas de cultivo, el método de vendimia, método de elaboración en bodega, junto con el suelo donde se cultiva, son factores que, ya no por sí solos imprimen su peculiaridad, sino que interfieren entre sí permitiendo crear un sinfín de combinaciones y como consecuencia, singularidades en los vinos. Este es un motivo por el cual, los viticultores tienden a seleccionar cuidadosamente los terrenos para establecer cada variedad de uva en concreto.
El Terroir.
El término terroir, equivalente al término terruño en español, define el tipo de suelo sobre el que se cultiva. Este es muy utilizado en el argot vitícola, si bien, su uso se ha extendido a otras lenguas para designar a una extensión geográfica bien delimitada y homogénea, que transmite algunas particularidades destacadas en su producción agrícola.
En este contexto, hay que matizar que la composición física y química de un suelo, va a influir tanto en la forma que la planta desarrollará su sistema radicular como en la que esta va a disponer de los nutrientes.
Evidentemente, el aporte de fertilizantes y disponibilidad de agua formarán parte del juego, como también la profundidad del suelo y su orientación, porque también es importante la temperatura que este alcanza, así como la refracción que ejerce sobre la planta.
Los suelos, los vinos mediterráneos y atlánticos.
También se encuentran las diferencias entre vinos mediterráneos y vinos atlánticos, quedando de manifiesto la importancia que ejercen sobre el vino las zonas climáticas y geográficas donde se encuentran los viñedos.
Esto viene en connotación a que un determinado tipo de suelo, puede interferir de forma diferente en los valores organolépticos de una variedad determinada, también según el área donde se cultiva.
Tipos de suelos y su influencia en los vinos.
Ante tanta interacción entre los factores mencionados, hablar de tipos de suelos y su influencia en los vinos, debe ser tomada con muchas precauciones, por lo que la información que damos, marca rasgos generales.
Insistimos … un terroir aporta particularidades aún vino, pero no de igual forma en según qué otros factores intervienen.
Dicho esto, se establece una serie de peculiaridades que aportan los diferentes tipos de suelos al viñedo y como consecuencia final a las cualidades organolépticas del vino. A continuación exponemos algunos ejemplos.
Suelos muy arenosos. Los suelos con gran cantidad de arena poseen también un alto grado de drenaje, lo que reduce con celeridad la cantidad de agua a disposición de la viña si no se dispone de sistema de riego. También son suelos que permiten su calentamiento rápido.
Como consecuencia, pueden someter a la viña a un mayor nivel de estrés hídrico. Las uvas producidas bajo estrés son más concentradas y favorecer la su maduración, contribuyendo a obtener vinos con notas frutales expresivas.
Suelos calizos. Lo suelo con alto nivel de caliza aportan una rica concentración de minerales, influyendo positivamente en la estructura y acidez de las uvas, aportándoles a los vinos, cuerpo y frescura. También suelen aportar un sabor más fresco y cítrico, y un aroma a flores blancas.
Suelos pedregosos. Son aquellos suelos en los que predominan los cantos rodados y piedras. Suelen ayudar a regular la temperatura del suelo, reflejar la luz del sol y favorecer el drenaje, contribuyendo a la calidad de las uvas. Los vinos producidos en ellos pueden tener un sabor que tiende a recordar frutas negras, maduras y especias, con taninos firmes.
Suelos pobres en materia orgánica. Los suelos pobres en materia orgánica obligan a las vides a trabajar más para obtener nutrientes, traduciéndose en vinos con mayor concentración y carácter.
Suelos arcillosos. Los arcillosos poseen una buena capacidad de retención de agua beneficiando a las vides durante períodos secos. Una buena presencia de arcilla suele aportar cuerpo y suavidad a los vinos, redondeado y un aroma a frutas rojas maduras.
Por supuesto, y como avanzábamos, el catálogo de tipos de suelos es amplísimo y sumado a otros factores, su incidencia en las características organolépticas de los vinos es grandísima. Suelos con alta cantidad de nutrientes, suelos con bajos niveles, de predominancia de granito, de pizarra, de basalto, suelos denominados de marga, etc. Cada tipo de suelo contribuye a aportar un efecto único en el sabor y aroma del vino.