Nuestro huerto urbano tiene su propio ecosistema y este puede variar tanto en función del tipo de especies que cultivemos en él, como dónde se encuentre. También puede cambiar en función de la época del año e incluso con la antigüedad que lo tengamos… el huerto urbano es un espacio vivo y en constante evolución.
En un principio, hablar de plagas en un huerto urbano no nos debe de asustar, es más, en gran medida es un síntoma de que hay vida más allá de las plantas cultivadas y eso nos tiene que satisfacer porque nos trasmite un huerto libre de pesticidas.
¿Qué consideramos como plaga?
Antes de nada me gustaría realizar una reflexión ya que normalmente consideramos plaga a la simple aparición de un pulgón por ejemplo. Debemos saber que una plaga es la irrupción súbita y en gran número de insectos, ácaros, animales u otros organismos de una misma especie que provocan diversos tipos de daños a nuestras plantas o cosechas.
El ver algunos pulgones, unas cochinillas, unas moscas blancas o unas orugas, simplemente nos deben de alertar de que están allí y pueden suponer el inicio de un potencial riesgo por lo que deberemos actuar en la medida que deseemos.
Si tenemos un huerto ecológico, las plagas deben de convivir con sus depredadores y viceversa: los unos no pueden subsistir sin los otros. Por ello, debemos aceptar que la existencia de algún pulgón o mosca blanca por ejemplo, es bueno ya que ayudan a mantener vivo un nivel potencial de sus depredadores.
Sólo actuaremos para su control cuando el equilibrio se rompa o no exista y entonces la potencial plaga corra el riesgo de convertirse en real.
¿Todos los huertos urbanos tienen el mismo riesgo de invasión de plagas?
No. Varía notablemente según el tipo de huerto. Un huerto urbano de jardín, al igual que de campo, está sometido a reinfecciones de cultivos colindantes. Estar rodeados de campos cultivados somete a nuestro huerto urbano a un estado de ‘oasis’ para las plagas, sobre todo si los campos colindantes se encuentran abandonados.
Si el huerto urbano es de terrazo o balcón, al estar dentro de la ciudad e incluso a cierta altura según el edificio, la posibilidad de aparición de plagas es mucho más complicada. Aun así, insectos como la mosca blanca y orugas por ejemplo, en sus fases adultas poseen alas y pueden llegar a los sitios más insospechados. En otras ocasiones, la infección nos puede llegar por el mismo plantel. Un huerto urbano mal atendido de un vecino e incluso por un sustrato mal elaborado.
8 plagas frecuentes en un huerto urbano
Los limacos. Son más conocidos como caracoles y babosas. Como son fáciles de identificar ya que suelen tener un buen tamaño y además su rastro de baba les delata con facilidad, se pueden eliminar fácilmente de forma manual.
Si llegan a convertirse en plaga, hay quien aconseja utilizar trampas con cerveza para su eliminación, pero actualmente ya se fabrican cebos ecológicos en gránulos que se esparcen sobre la superficie del sustrato que los elimina sin ser un riesgo para el medio ambiente.
Las orugas. En realidad bajo el nombre genérico de orugas se engloban muchas especies, pero todas ellas tienen en común que son muy voraces y pueden destruir nuestras plantas en muy poco tiempo.
Algunas de ellas se entierran bajo el suelo durante el día para no ser vistas, pero las hojas y frutos roídos nos dan pistas de su presencia. Para combatirlas de forma ecológica, existen productos muy eficaces a base de Bacillus thuringiensis (una bacteria Gram positiva que habita en el suelo, y que se utiliza comúnmente como una alternativa biológica al plaguicida). Durante el tratamiento, deberemos pulverizar muy bien toda la planta.
Los pulgones. Como en el caso de las orugas también se incluyen bajo este nombre muchas especies, aunque todas ellas se comportan de igual manera. Estos absorben la savia de las plantas hasta dejarlas muy débiles, a la vez que su melaza es un gran atrayente para las hormigas.
Se pueden combatir productos a base de piretrinas naturales que son ecológicos e inocuos para las abejas.
Las hormigas. Más que una plaga, ayudan indirectamente a favorecerlas, pues usan la técnica de transporte ‘a modo de ganado’ de pulgones y cochinillas a las ramas más jóvenes para que se desarrollen mejor. Con el ‘cultivo’ de estas plagas, obtienen la apreciada melaza para su alimento.
Combatiendo la plaga de origen (pulgones y cochinillas) se suele combatir a las hormigas.
La mosca blanca. Son de muy pequeño tamaño pero es una de las plagas más difíciles de combatir. La mejor forma de hacerlo es la prevención, aunque también es muy eficaz los tratamientos con productos a base de piretrinas naturales ecológicas… eso sí, actuando tras observar los primeros síntomas.
Las cochinillas. Bajo este término se incluyen diferentes tipos como por ejemplo la cochinilla algodonosa, la cochinilla acanalada, el piojo rojo de california, etc.
Son fáciles de combatir, siempre que su presencia se detecte a tiempo. Uno de los métodos consiste en limpiar las zonas afectadas con un algodón empapado en alcohol. Otro mediante tratamientos con insecticidas ecológicos específicos. Por supuesto nos ayudarán sus depredadores naturales, como son las mariquitas y los escarabajos.
La araña roja. Aparece sobre todo durante los meses más calurosos del año. Las veremos mediante un cuentahilos, dado su pequeño tamaño, en los enveses de aquellas hojas arrugadas y llenas de puntitos amarillos acompañado de una telilla blanca.
Aunque parezca extraño, se pueden disminuir notablemente su aparición simplemente aumentando la humedad ambiente. Como tratamiento, es muy efectivo el jabón potásico (tiene la propiedad de reblandecer su exoesqueleto debilitándolas), y tratar unas horas más tarde con el aceite de neem, un insecticida natural que se extrae del fruto de este árbol.
El gusano del alambre. Son larvas que viven enterradas en el suelo y dañan las raíces. No son muy frecuentes, pero cuando aparecen pueden causar la debilitación de nuestras hortalizas e incluso de su muerte.
Afecta a gran variedad de cultivos como las judías, el maíz, las patatas, remolachas, lechugas, repollo, cebollas, zanahoria, rábanos, etc. Una forma de controlarlos es mediante trampas de patata, que consiste en cortar unas patatas por la mitad… enterrarlas de tal forma que vayan a estas y una vez en ellas los podemos ir retirando.
Para muchas plagas, como por ejemplo la mosca blanca y algunas orugas, es muy eficaz colocar trampas adhesivas y trampas en base a feromonas. Las primeras pueden ser de color amarillo o azules que atraen a los insectos voladores que quedan pegados en ella. La segunda, trasmiten al ambiente feromonas sexuales de una determinada especie (por ejemplo de tuta del tomate) que o bien atraen a los adultos a una zona de captura o tras crear una confusión sexual impiden que insectos machos y hembras se encuentren y al no aparearse se reduce o evite la puesta de huevos.
Sea cual sea el método elegido, optemos por productos inocuos y ecológicos. Recordemos que estamos cultivando alimentos que van directamente de nuestro huerto urbano a la mesa, y en muchos caso, además tenemos pequeños en casa e incluso mascotas que debemos proteger al máximo.